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Adela Navarro Bello

31/07/2013 - 8:33 am

Cercos de Michoacán

Según el Gobierno federal, específicamente el Procurador Jesús Murillo Karam, tienen cercados a los integrantes del cártel de «Los Caballeros Templarios» en las tierras michoacanas. De acuerdo a la estrategia de terror de los criminales, éstos también tienen cercadas a las fuerzas federales que pisan el territorio michoacano. En la Policía Federal, ya bajo el […]

Según el Gobierno federal, específicamente el Procurador Jesús Murillo Karam, tienen cercados a los integrantes del cártel de «Los Caballeros Templarios» en las tierras michoacanas. De acuerdo a la estrategia de terror de los criminales, éstos también tienen cercadas a las fuerzas federales que pisan el territorio michoacano.

En la Policía Federal, ya bajo el mando de la Comisión Nacional de Seguridad que maneja el médico y Vicealmirante Manuel Mondragón en la Secretaría de Gobernación, la versión es que a quien tienen cercado es a  Servando Gómez Martínez “La Tuta”, cabecilla de «Los Caballeros Templarios» y que antes fue lugarteniente de «La Familia Michoacana».

La habilidad en el Gobierno del Estado de Michoacán para accionar un cerco de seguridad y proteger a la población, está cercenada por la incapacidad médica que mantiene fuera de la silla estatal al Gobernador que fue electo pero que poco gobernó, Fausto Vallejo.

La información de lo que realmente sucede en los pueblos michoacanos está cercada por la estrategia de silencio del gobierno de Enrique Peña Nieto. Los michoacanos viven cercados por la inseguridad, temerosos, aterrados de ser parte de la estadística de daños colaterales.

Entre los cercos de unos y otros, Michoacán es territorio sin ley. La ingobernabilidad inicia con la ausencia del Gobernador Fausto Vallejo, crece con la presencia de policías comunitarias, se consolida con las células criminales en el esquema de secta religiosa, y se confirma con la ejecución, en los últimos días, no sólo de agentes de la Policía Federal, sino de un Vicealmirante de la Armada Mexicana.

Los cercos que cada quien, que cada autoridad, ha erigido en Michoacán para proteger sus intereses, han hecho de esa región del país la más peligrosa de México. Pocos saben lo que realmente sucede ahí. Quienes no han cambiado de residencia o negocio a otros estados de la República, permanecen tapiados, sea por cuenta propia o por los cercos que levantan federales, militares, marinos, criminales, policías, comunitarios.

La semana que concluyó con el asesinato del Vicealmirante Carlos Miguel Salazar Ramonet, inició con el ataque que dejó una estela de muerte, más de 30 según las indagaciones locales extraoficiales, donde se contabilizan agentes federales. La ingobernabilidad ha llevado a parte de la sociedad que aún transita los caminos de Michoacán, a tomar uno de tres caminos: replegarse hasta la inactividad, unirse a alguna policía comunitaria, entrar a algún cártel. La primera opción es sólo para mantener la vida, la segunda para defenderla y la tercera para perderla.

La prácticamente permanente ausencia del Gobernador Vallejo, que ha descansado de manera irresponsable en el Gobernador interino Jesús Reyna, quien parece no gobernar ni las migajas sociales que dejan los criminales, al tiempo que ser acusado por uno de los grupos de autodefensa de incluso tener ligas familiares con “La Tuta”, resulta en una ingobernabilidad real. Un ejemplo del verdadero estado fallido, donde ni municipio ni estado ni federación pueden recuperar los caminos para los michoacanos.

De la pobreza, el temor, y la indefensión nacieron los grupos de autodefensa, a la par los grupos que fueron fanatizados por los criminales y defienden el territorio y la casa con armas del crimen organizado.

Enrique Peña Nieto sólo entró a la batalla por Michoacán en el discurso. La retórica presidencial sólo alcanzó para un simplón apoyo con el ya desgastado “no están solos”. El envío de miles de agentes de la Policía Federal sin más estrategia que cercar calles donde suponen está escondido el líder de «Los Caballeros Templarios» ha llevado más muerte que certidumbre a los michoacanos. Al traquetear de las balas se entiende que efectivamente, la estrategia para detener a “La Tuta” es una idea de la Federal o del Ejército o de la Marina, sin el apoyo de corporación norteamericana alguna. Ahora no podrán presumir los del gobierno federal –si la detención se da en los siguientes días– que fue una operación sin un solo disparo, como sí lo hicieron en la aprehensión de Miguel Treviño Morales “El Z-40”.

Claro, si es que algún día logran derribar el cerco criminal que dicen haber cercado los federales. Y si el Presidente Peña le entra de lleno y sin distracciones a la recuperación de Michoacán, y si el Gobernador Vallejo, por su salud y la de los michoacanos, abandona el cargo definitivamente para dar la responsabilidad total a otro y pueda éste ejercer el mando que se requiere dadas las circunstancias.

Porque la batalla primera por Michoacán, sería recuperar el Estado de derecho, para entonces sí, ir tras los criminales. De otra manera, sin cabeza, sin mando y sin ley, se ve difícil, y el gobierno federal muy lejano.

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